jueves, mayo 16

Sigamos con el tema de los libros, después de todo gustó mucho el blog anterior (El Año de la Lectura).

Estamos inundados de lo instantáneo, de lo rápido y malo (como un Tesla… tema para otro día), de lo viral – ¿viste el video de ayer? No… Ah, pero ¿ya viste el de hoy? – Y se acabó; mañana será otra “Karen”, otro tuit desastroso de alguna “celebridad”, otro “Florida-man.” Paremos aquí un momento, los invito a hacer el Reto del Florida Man. Haga una búsqueda que diga “Florida man” y su fecha de cumpleaños en formato MM/DD, se encontrará alguna bestialidad cometida por algún ciudadano del soleado estado del sur de Estados Unidos.

Leer libros conlleva un elemento de permanencia, estabilidad, el libro queda, sea en papel o el versión electrónica, la copia permanece y se puede retomar otro día, cuando sea menester. Y entramos al tema de hoy, no importa cuanto haya leído, si lee rápido o despacio, si lee ficción o no ficción, es vastísimamente más grande lo que le falta por leer. Aquí entramos con la anti-biblioteca y la “condición mental” que los japoneses llaman tsundoku.

La Anti-biblioteca de Umberto Eco

En su librazo El Cisne Negro (recomendado), Nassim Taleb introduce el concepto de la anti-biblioteca de Umberto Eco, la colección de todos los libros que no hemos leído. Escribe Taleb:

“El escritor Umberto Eco pertenece a esa reducida clase de eruditos que son enciclopédicos, perspicaces y amenos. Posee una extensa biblioteca personal (con más de treinta mil libros), y divide a los visitantes en dos categorías: aquellos que reaccionan con un “iOh! Signore professore dottore Eco, ivaya biblioteca tiene usted! ¿Cuántos de éstos libros ha leído?”, y los demás -una minoría muy reducida-, que saben que una biblioteca privada no es un apéndice para estimular el ego, sino una herramienta para la investigación. Los libros leídos tienen mucho menos valor que los no leídos. Nuestra biblioteca debería contener tanto de “lo que no sabemos” como nuestros medios económicos, la hipoteca y el mercado de la propiedad inmobiliaria nos permitieran colocar. Acumularemos más conocimientos y más libros a medida que nos hagamos mayores, y el número creciente de libros no leídos sobre los estantes nos mirará con gesto amenazador.
En efecto, cuanto más sabemos, más largas son las hileras de libros no leídos. A esta serie de libros no leídos la vamos a llamar antibiblioteca.
Tendemos a tratar nuestros conocimientos como una propiedad personal que se debe proteger y defender. Es un adorno que nos permite ascender en la jerarquía social. Las personas no van por ahí con un anticurrículum vítae en el que se nos cuente lo que no han estudiado ni experimentado, pero sería bonito que lo hicieran.”

  Traducción tomada del blog del colombiano Mauricio Hernández Londoño.

A mí la anti-biblioteca me hace pensar en humildad, no sé todo lo que debería saber, y no hay forma, ni tiempo, ni alcanzaría toda la plata del mundo para llegar a tener todo el conocimiento de mi campo. Al mismo tiempo me pone a correr, no puedo hacer mi anti-biblioteca más pequeña, pero si la puedo hacer más tentadora. Cada vez que adquiero un pedacito de conocimiento hago que aumente mi deseo por más conocimiento, y por lo tanto que crezca mi anti-biblioteca. Hagan números, con 150 millones de libros escritos desde que Gutenberg imprimió por primera vez La Biblia allá por 1440, y más o menos un millón de libros nuevos por año, pues la anti-biblioteca es, en términos estadísticos, finita no contable, ¿o será infinita contable? En fin, es enormísima.

Tsundoku. Mi pedacito de Anti-biblioteca

Dios bendiga a los japoneses por regalarnos una palabra para aquellos que tenemos más libros de los que podemos leer – Tsundoku – el arte de comprar libros y nunca leerlos.

“Doku” se puede traducir como el verbo “leer”, y “tsun” viene de “tsumu” que quiere decir “acumular.” Algo así como hacer una pila de libros. Se agradece cualquier corrección de nuestros amigos que hablen japonés. En principio puede parecer una palabra peyorativa, pero estemos tranquilos acumular libros es buena cosa. Una buena colección de libros está siempre a disposición, siempre presente, siempre lista. Como dice el escritor Arturo Pérez Reverte “Tengo 32,000 libros en casa. Mi biblioteca es mi Wikipedia.”

Para enfermarse de tsundoku hay que leer, una forma de fomentar el hábito de la lectura es siempre tener libros “en cola”, tener siempre listo el libro que sigue, y el que sigue después de ese. Esta cola de libros no siempre se puede leer al día, y luego vienen las visitas a la librería, la lista de Amazon, la recomendación de un amigo, y la biblioteca se va haciendo cada vez más grande, y en potencia cada vez más útil.

Una última cosa, podría parecer que nuestra intención es siempre comprar libros de carácter profesional, o al menos dentro del mundo de la no-ficción. Pues no, asegúrese de meter libros de ficción también, ciencia ficción, novela de detectives, fantasía, realismo mágico latinoamericano, entre otros. Le hará mucho bien a su imaginación.

Entre más crezca su biblioteca personal, más valioso será usted para usted mismo, para su familia, su trabajo, su comunidad. Lea, lo que quiera, pero lea.

 

E!

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Chairman Grupo PXS Fellow ASQ I’m part of the ASQ Influential Voices program. While I receive an honorarium from ASQ for my commitment, the thoughts and opinions expressed on my blog are my own.

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