¿Año Nuevo?
En la mayoría de los países de Occidente celebramos, de forma relativamente arbitraria, el inicio de un nuevo año el Primero de Enero. No existe una razón astronómica para empezar el año en ese preciso punto del movimiento de traslación (365 días y 6 horas) de la Tierra. Cada año, cuando nuestro planeta recién acaba de pasar por el Solsticio de Invierno (día más corto del año en el hemisferio norte, aproximadamente 21 de diciembre) parece lógico iniciar de nuevo cuando los días se están empezando a hacer más largos. Los romanos celebraban la fiesta de su dios Ianus apenas pasadito el solsticio de invierno. A esta deidad mitológica le tocaban los inicios y finales, las puertas, las transiciones, pasajes, dualidades y el tiempo. Sus dos caras apuntan una al pasado y la otra al futuro. Bienvenido entonces el Año Nuevo el día de la festividad de Ianuarios. Y vamos a las resoluciones…
Resoluciones Déjà Vu y principales causas de su temprano abandono
Bajar de peso, mejorar la condición física, comer mejor, hacer dieta, leer más, hacer trabajo voluntario, salir de deudas, dejar de fumar o de tomar, viajar, estar más tiempo con la familia, son algunas de las resoluciones cliché que año con año no se cumplen y producen un gran estado de ansiedad. Las tres principales (y completamente inútiles) fuerzas para cumplir con estos nobles propósitos son: motivación, fuerza de voluntad e inspiración. Y ahí mismo están las tres principales causas del fallo: incapacidad de automotivación, falta de fuerza de voluntad, e ineficacia de las fuentes de inspiración tradicionales (mensajes de sus grupos de WhatsApp, la mayoría de la sección de autoayuda de su librería favorita). A las costumbres y hábitos de su cerebro no se les llega por los oídos ni por los ojos, hay que ir mucho más allá como vamos a ver de inmediato.
Empiece por encontrar su ikigai
Si se estaba preguntando que tenía que ver lo dicho hasta ahora con el título del blog, pues ya llegamos. Ikigai es un término japonés que se puede traducir como Razón para Vivir o Propósito de la Vida. Algo así como preguntarse cada mañana cuál es la razón para levantarse, y que la respuesta lo catapulte fuera de la cama como un rayo (¿ya es lunes para ir a trabajar?). Agreguemos que no es solamente algo aspiracional o inspiracional, es mucho más práctico y realista. Ikigai es la intersección entre cuatro grandes preguntas: ¿qué me encanta hacer?, ¿en qué soy bueno?, ¿qué sé hacer por lo que puedo cobrar? y ¿qué necesita el mundo de mí? Y claro, esta intersección entre estos cuatro elementos la podemos representar fácilmente con un diagrama de Venn.
Encontrar mi ikigai no significa encontrar algo enorme y extraordinario, puede y debe ser algo muy aterrizado, realista y personal. Además, tiene un gran elemento de comunidad y bien común. Y me siento bien, muy bien, cuando lo hago (como cuando entramos en el concepto de flujos de Csikszentmihalyi).
Hágase estas preguntas básicas:
- ¿Haciendo qué me siento realmente cómodo?
- ¿Haciendo qué actividades el tiempo se me pasa volando?
- ¿Qué me resulta muy fácil y natural de hacer?
- ¿Qué me gustaba hacer cuando era niño?
También vea que le impide realizar su ikigai:
- Usted piensa que no puede convertir su pasión en una carrera e ingresos.
- Usted piensa que no puede dejar su trabajo estable para seguir otros proyectos de vida.
- Usted está demasiado amarrado por su día a día y mejor no piensa en las cosas que le hacen realmente feliz.
- Cuando era niño le dijeron que su pasión no era una opción viable de carrera profesional.
- Le preocupa que no sea lo suficientemente bueno para echar a andar su proyecto personal.
A ver, a ver, su trabajo puede ser su ikigai, no hay nada de malo en eso. Como cuando un programador empedernido empieza a escribir código y simplemente el tiempo vuela (y el código es una obra maestra). También puede ser su familia, y eso no quiere decir que vaya a dejar el trabajo para dedicarse 100% a su casa, pero le puede ayudar a buscar mejores opciones de lugares donde laborar, o negociar horarios que le permitan estar más con sus hijos, con su conyugue, con sus padres.
Con su ikigai en mente regrese a sus resoluciones y sistematice su implementación
Ahora sí, vamos de nuevo. Defina acciones que le acerquen a su propósito en la vida. Leer más no es una resolución aterrizada, leer más sobre un tema específico sobre el que hace tiempos quiero aprender sí. Hacer dieta y ejercicio tampoco. Recuerdo el ejemplo de un buen amigo del colegio, siempre pasado de peso, que finalmente cambio sus hábitos cuando un médico le dijo que estaba en gran riesgo de no ver crecer a su hijo.
Una empresa con muchas metas y objetivos corre el peligro de desenfocase fácilmente, del mismo modo las personas debemos enfocarnos en pocas metas, dos o tres (cuatro exageradamente) son suficientes.
Dijimos al principio que motivación, fuerza de voluntad e inspiración no son las mejores formas de echarnos porras para ejecutar. Y una vez más, por más noble que suene, ahí no está el motor para cambiar. Hay que hacer algo más mecánico, más sistémico y más práctico.
En vez de depender de motivación, fuerza de voluntad e inspiración haga lo siguiente:
- Cambie su entorno. Si quiere dejar de comer comida chatarra bote todos los dulces, galletas, etc. y tenga a disposición solamente comida sana.
- Cree sistemas. Los sistemas no requieren de motivación, ni de fuerza de voluntad, ni de inspiración. Diseñe sistemas que le permitan tener un comportamiento correcto de forma automática. Si todos los días pierde las llaves, ponga un clavo en la puerta y cuelgue las llaves cuando entra, ahí van a estar las llaves al día siguiente cuando salga. Si acostumbra posponer su alarma 9 minutos más, póngala lejos de la cama para que tenga que levantarse a apagarla (y con suerte no se acostará más).
- Cree hábitos de forma incremental. En lugar de ahorrar el 20% de su salario desde el primero de enero, empiece con 1% el primer mes, 2% el siguiente mes, 3% etc. Si tiene varios años de estar iniciando su blog, empiece con 250 palabras y publíquelo.
- “Auto-hackeese”. Cambie el idioma de su Waze al idioma que quiere aprender. Bloquee sus redes sociales durante horas específicas. Defina tiempos de contestar correo electrónico.
- Rodéese de gente que tenga los hábitos que usted quiere desarrollar. Si quiere aprender un idioma encuentra amigos que lo hablen. Si quiere empezar en el gimnasio vea quién en la oficina está dispuesto a acompañarlo.
- Mida su avance y dese premios cuando logre sus metas. Comprar ropa nueva hasta que logre bajar una talla, disponer de un % pequeño de su ahorro cada vez que cumpla una meta económica. Si logra mantener su dieta por un período de tiempo, dese un gusto.
- Defina “castigos” por no ejecutar actividades o no cumplir una meta. Por cada vez que no vaya al gimnasio done una cantidad de dinero a su obra de caridad, si le falla a su dieta duplique el tiempo en que no puede comer nada fuera de la dieta.
- Y, sobre todo: recuerde su ikigai para avanzar hacia sus metas.
Ikigai no es solamente una forma mecánica de cumplir metas, es la esencia de la salud, longevidad, sentido de la vida y felicidad de la cultura japonesa. Encuéntrelo, póngalo en acción y revíselo constantemente. Ah, y Feliz Año Nuevo, no importa si es enero o setiembre, lo que importa es que encuentre su razón de vivir y construya un mejor mundo para usted y para los demás.