No importa cuán talentoso seas, si el sistema no está diseñado para el éxito, el fracaso es inevitable. Cristiano Ronaldo, pese a ser uno de los mejores goleadores de la historia, no ha logrado ganar una Copa del Mundo. Michael Jordan, antes de Phil Jackson, dominaba las estadísticas, pero no ganaba campeonatos. ¿Por qué? Porque el talento individual no es suficiente cuando el sistema es deficiente.
Así como sucede esto en el deporte, W. Edwards Deming nos habla en el contexto de los negocios. Deming, uno de los gurús más conocidos en el mundo de la calidad – y entre mis favoritos – nos dejó la frase: “Un mal sistema siempre vencerá a un buen empleado”. Y de esto podemos extraer varios aprendizajes. Un sistema es un conjunto de elementos que interactúan entre sí y que producen un resultado. Ahora bien, Deming no se refería a que los empleados buenos siempre van a perder, sino que, al igual que Ronaldo o Jordan, hay factores más grandes que ellos mismos y que no pueden controlar.
¿Cómo un mal sistema vence a un buen empleado?
Veámoslo desde el punto de vista de manufactura. Un empleado puede ser el mejor en su tarea, pero si las máquinas fallan constantemente, la producción será deficiente. En manufactura, la falta de mantenimiento o equipos obsoletos anulan incluso el mejor desempeño humano.
Supongamos ahora que tenemos los mejores equipos y herramientas en nuestro negocio, no necesariamente de manufactura. La cultura organizacional juega un papel fundamental. Es aquí donde entra en juego la gestión del cambio. Para quienes somos agentes de cambio mediante equipos de mejora continua tal vez nos sea más familiar, es frustrante intentar modificar la mentalidad de las personas. No es imposible, pero es difícil. En este contexto, un buen líder es una bendición, ya que tiene la capacidad de moldear una cultura y establecer condiciones para el éxito.
¿Cómo enfrentamos un sistema deficiente desde mi punto de vista?
No confiar en el esfuerzo individual como estrategia de mejora. Aplicar pensamiento sistémico para cambiar las reglas del juego. Documentar procesos y definir problemas correctamente antes de resolverlos. Construir sistemas donde la calidad y la mejora sean inevitables. Y por supuesto, apoyarse en verdaderos líderes que entienden y fomentan la excelencia.
Más allá del esfuerzo individual y el talento, la clave está en diseñar sistemas para resultados sostenibles. Cuando yo leo la frase de Deming, lo que imagino es un boxeador luchando contra otros 10 boxeadores, ¿Quieres pelear contra 10 o cambiar las reglas del combate?