El verdadero secreto de esa cultura milenaria es el sentido común
Según el mito, los japoneses deben sus logros en calidad y productividad a su cultura milenaria de excelencia y a su disciplina ejemplar.
Mucho hay de cierto en esas afirmaciones, pero el padre de las herramientas japonesas de gestión es, más bien, el sentido común.
Cualquier sociedad de cualquier cultura puede tropicalizar los conceptos japoneses y lograr la misma clase de resultados exitosos.
El término “tropicalizar” viene del ingléstropicalize . El diccionario Merriam-Webster lo define como “adaptar algo a las condiciones del clima tropical con un diseño especial para combatir los efectos de hongos y humedad”.
Iniciemos con un objetivo común. Busquemos, con ese diseño especial, cumplir los tres requisitos básicos de la excelencia: calidad, entrega puntual y bajo costo.
Empresa: reflejo de sus líderes
Empecemos con “tropicalizar” a nuestros gerentes, y la primera lección japonesa es que toda empresa es lo que sus líderes quieren que sea.
Dirección, ejecución, comunicación y acción, o como dirían los japoneses: planear, hacer, verificar y actuar.
Este es el conocido círculo de mejoramiento PHVA y es, en realidad, un ciclo de gestión integral.
Por medio de la planeación se da a conocer la dirección de la empresa, el cliente es la fuerza central que orienta a toda la organización, se crean las métricas básicas de éxito, se decide sobre las metas, se definen responsables, y se establecen los recursos para alcanzar las metas.
Luego toda la organización hace, ejecuta, lleva a cabo las acciones planeadas sabiendo que hay un norte común a las actividades del día a día.
Se verifica, se mide, se analiza el resultado de la ejecución y finalmente se actúa sobre la mediciones, tomando acciones sobre aquellos elementos del plan que requieran de mejoramiento, sobre todo centrado en los responsables de la ejecución.
Se regresa a la “p” de la planeación con la riqueza de toda la información recolectada durante el proceso. Se crea un ciclo sin fin de planeación y mejoramiento que en Japón recibe el nombre de “Hoshin Kanri ”, el enfoque de la empresa.
Empecemos con tropicalizar a nuestros gerentes. La primera lección japonesa es que toda empresa es lo que sus líderes quieren que sea”.
Consultor: Especialista en mejoramiento continuo
Tres condiciones básicas
Volvamos, para terminar, a las tres condiciones básicas de la competencia de clase mundial: calidad, puntualidad y bajo costo, y tropicalicemos cada una buscando las causas de “hongos y humedad” en cada caso.
Calidad. Dar al cliente lo que pidió, sabiendo que calidad es mucho más que cumplimiento o conformidad, es, por encima de todo, la confianza que transmite mi producto o servicio.
Busquemos qué se opone a esa confianza que el cliente está esperando de mí. ¿Están mis procesos diseñados para responder al cliente oportunamente? ¿quién es responsable de cada paso del proceso? ¿existen mediciones claras en cada proceso?
Puntualidad. Entregar el producto o servicio en el momento prometido, no antes ni después.
Caigo siempre en la tentación de contar la historia del compañero (centroamericano) de estudios en Japón, que llegó un minuto tarde al lugar de reunión para asistir a un evento.
Cuando llegó ya no había nadie esperándolo. El “hongo” de la impuntualidad solo será erradicado cuando tomemos medidas de ese mismo calibre con la hora de entrada, el inicio de reuniones, y hasta la hora de los eventos familiares.
Bajo costo. Los dos primeros elementos no se logran a costa de este. La eficiencia de las operaciones debe ser clave para apoyar calidad y puntualidad, hasta el punto de que ambas se vean fáciles de lograr.
Nuevamente se hacen presentes los “hongos y humedad” de falta de planeación, improvisación, falta de medición y falta de control.
¿Queremos excelencia de clase mundial? Tropicalicemos nuestra gestión revistiéndola de orden, sentido común y valores de clase mundial.
Que el trópico no sea excusa para un desempeño pobre y mediocre, sino la catapulta para un cumplimiento global.
Este blog también está publicado como artículo en la edición No 687 de El Financiero: http://bit.ly/2rxMxWl