Sea una diferencia de opinión en el trabajo (mi departamento versus tu departamento), o sea un conflicto ideológico (religión, pensamiento político, etc.) antes de establecer quién tiene la razón, ¿qué tal si reconocemos que somos ciegos al argumento contrario?,
¿qué nos puede acercar, juntos, a la verdad que está ahí afuera?
Dice el gran astrofísico popular Neil deGrasse Tyson Si un argumento dura más de cinco minutos entonces ambos lados están equivocados, ¿tendrá razón, o debemos entrar en un argumento…?
Agrega el financista Ray Dalio que nuestro cerebro siempre está en lucha entre la parte emocional/irracional (de forma simplificada el cerebro límbico, que cree lo que cree, pero no sabe por qué cree lo que cree) y la parte racional (la corteza frontal, racional y consciente). Veámoslo así, una buena discusión no es solamente mi cerebro versus tu cerebro, sino la lucha entre mi parte racional y mi parte irracional – contra la lucha de tu parte racional y tu parte irracional. Agrega Dalio, ¿qué tal si me abro a entender la parte de la realidad que mi punto ciego no puede ver?
Edward de Bono, el papá del pensamiento creativo y pionero del estudio del cerebro, propuso la técnica de los Seis Sombreros de Pensar como una forma de ayudar en esta titánica tarea de “calibrar” cerebros. Ya antes habíamos escrito aquí una introducción a los Seis Sombreros, hoy nos toca profundizar en cómo el Sombrero Blanco, el sombrero de la información, nos puede ayudar a focalizar mejor nuestras discusiones hacia ejecuciones prácticas y bien dirigidas, que tanta falta nos están haciendo sobre todo en los ámbitos político, económico y social.
Sombrero Blanco
Dentro del concepto de Pensamiento Paralelo (un grupo de personas se enfoca en un aspecto específico de un tema por un período de tiempo corto), el sombrero blanco, o más bien el espacio de sombrero blanco, se concentra en la información y datos referentes al tema. Ojo, no es que mi lado le revienta al otro lado la información que confirma mi punto de vista, ni lo contrario. Es que ambos, a través de los datos, buscamos mejorar nuestro entendimiento conjunto de la verdad para lograr un resultado mucho mejor, y en espera de una siguiente iteración para un logro todavía más grande.
Con respecto a la obtención de la información, la dividimos de la siguiente forma:
- Lo que sabemos
- Lo que necesitamos saber
- Cómo la vamos a obtener
- Qué otros puntos de vista (O.P.V.s) debemos agregar
Para cualquier dato que recibamos, lo vamos a pasar por un filtro de dos niveles (muy importante en la era de las redes sociales tirando a diestra y siniestra “fake news”):
- Nivel de Certidumbre
- Nivel de Relevancia
Hablemos un poquito más sobre los niveles:
Sobre el nivel de certidumbre clasifique la noticia, la información, el reporte, el bombazo del año en la siguiente escala:
- Se sabe falso
- Rumor
- Dudoso
- Fácilmente adivinable
- Hay credibilidad en la fuente
- Se piensa que es correcto
- Hay aceptación general
- Son hechos comprobables
Sobre el nivel de relevancia haga lo mismo con la siguiente escala:
- Irrelevante
- Innecesario
- Obsoleto
- Bueno saberlo
- Necesario saberlo
- Útil
- Crucial
- Vital
Por supuesto que no está demás un sombrerito azul previo que me indique sobre qué estoy buscando información.
Fuentes de información y sesgo de confirmación
Piense por un momento en los grupos a los que pertenece, a quién sigue en redes sociales, los libros que lee, las publicaciones periódicas a las que está suscrito, los amigos (los de carne y hueso) con los que acostumbra relacionarse… ¿Encontró un patrón? Posiblemente piensan igual que usted. No importa si discuten, se pelean, se muerden, se odian por unos meses, al final están pensando igual (la discusión es solamente un deporte de contacto para no aburrirse). La mayoría de nosotros estamos cómodos interaccionando con aquellos que compartimos los mismos puntos ciegos. Esto es precisamente el sesgo de confirmación (definición tomada del Escepticcionario):
Pensamiento selectivo por el que se tiende a notar y buscar aquello que confirma las creencias de uno, y hacer caso omiso, no buscar, o infravalorar la importancia de aquello que contradice las creencias de uno mismo.
Un buen amigo de mis tiempos de profesor universitario acostumbraba decir, -voy a hacer un examen para demostrarle a los estudiantes que no saben nada-. Luego hacía un examen increíblemente difícil y todos salían mal. Así con la información inducida por el mismo, mi amigo concluía que sus estudiantes no sabían nada.
Daniel Kahneman, Premio Nobel de Economía del año 2002, autor del famoso libro Pensar Rápido, Pensar Despacio, decía en una entrevista reciente que ser consciente de nuestra forma irracional de pensar, no nos hace pensar racionalmente como consecuencia. Él mismo decía que haber escrito sobre el tema no lo hace pensar mejor que nadie. Humildemente reconozcamos que siempre vamos a mantener la lucha entre nuestro yo racional y nuestro yo irracional (NOTA: con el pensamiento irracional ganando casi siempre). Los seguidores del equipo de futbol Betis de Sevilla de La Liga Española tienen una excelente forma de lidiar con su irracionalidad:
“Viva el Betis, aunque pierda”, este blog explica “la filosofía” detrás de semejante frase.
Disminuir el sesgo de confirmación usando sombrero blanco
Lo que podemos hacer, además de reconocer nuestros puntos ciegos, es ejercitar nuestra convivencia con otros puntos de vista (los OPVs de De Bono), buscar la verdad conjunta hacia un resultado, no la verdad hacia la confirmación de un pensamiento o ideología.
Del mar de información a su disposición tome lo que es relevante, y lo que es cierto y comprobable, inclusive si es contrario a su posición inicial. No sólo aprenderá a tomar mejores decisiones, sino que además crecerá su apertura a nuevas ideas, y el respeto por las ideas de los demás. Anímese y póngase el sombrero blanco…
E!