Hace algunas semanas tuve la grata experiencia de recibir un coaching de liderazgo; en una de las sesiones, mi Coach me decía que no debía entrar al choque ni al conflicto que tenía que dejar pasar las cosa y en mi cabeza eso no tenía mucho sentido, no lograba entender a cabalidad lo que me estaban tratando de enseñar.
Ese mismo día, cuando llegué al dojo, había un nuevo compañero haciendo el ejercicio con el que regularmente Marco, el Sensei, inicia la práctica. Sensei detiene la misma nos manda a todos a seisa y mientras nos explicaba por enésima vez el concepto detrás del katate dori tai no henko hace especial énfasis en la esencia misma del aikido: fluir y no luchar, Sensei recalco con especial énfasis esa noche, bueno al menos a mí me lo pareció así, el concepto de dejar pasar, de no chocar, y fue hasta ese momento cuando entendí lo que mi coach me trabaja de explicar horas antes.
Esa noche me fui pensando mucho en ese concepto de fluir y dejar pasar, de no luchar o de usar la energía del adversario a mi favor. A mi mente vino un concepto que años antes pude vivir en una planta de manufactura de air bags en Salt Lake City, el flujo en la planta. Reflexioné si era posible que dos cosas que en principio parecían tan diferentes pudiesen tener puntos en común o incluso una ayudar a la realización de la otra.
En mis clases repito hasta la saciedad: “Lean es 90% gente y 10% herramientas”, yo diría que Aikido es 90% práctica y 10% técnicas. Ambas más que herramientas son filosofías, más que soluciones de corto plazo son una forma de vivir y actuar en la vida y en el trabajo que garantizan excelencia en el tiempo.
Si revisamos los principios del Budo se habla de algunos principios cuyas definiciones son muy interesantes y un poco diferentes a las que típicamente usamos:
- Respeto: Un samurái es cortés incluso con sus enemigos. Un samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás.
- Honestidad, sinceridad absoluta: Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará, el simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción.
- Coraje: Álzate sobre aquellos que temen actuar. Un samurái debe tener valor heroico. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.
- Rectitud (decisiones correctas): Ser honrado en tus tratos con todo el mundo. Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.
- Lealtad: Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. El jurar lealtad es irreversible. Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya.
- Honor: Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quién eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo.
- Benevolencia: Tener compasión. Ayudar a los compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.
Después de leerlas y releerlas solo me queda un pensamiento: ¿a quién no le gustaría poder describir a su jefe de esta forma? Este pensamiento me hizo caer en cuenta de algo que es terriblemente intimidante y retador, -posiblemente una barra muy alta, pero hay otra forma de medirse así mismo: ¿Mi gente me puede describir a mí de esta forma?
Creo que muchos hemos participado en algún momento de algún esfuerzo fallido por implementar alguna de las herramientas de Lean, y es común que se termine apuntando a la cultura imperante en la empresa y hasta la del país como las posibles causas del fallo en la implementación, ahora bien yo me pregunto ¿Cuándo nos hemos cuestionado a nosotros mismos como líderes del proyecto y cuándo nos hemos examinado en cuento a qué tan leales, honestos, rectos y honorables hemos sido durante la implementación, cuánto coraje y benevolencia hemos mostrado?.
Mi gran pregunta sin contestar es verdaderamente ¿Lo dimos todo?, ¿podríamos comprometernos públicamente con la causa de la excelencia en nuestra organización hasta el punto que si nos fallamos a nosotros mismos (no a la empresa ni al jefe, solo a nosotros mismos)?, ¿Estaríamos dispuestos a hacer Hara Kiri laboral, es decir a poner la renuncia porque no podamos vivir con la perdida de honor que nos supone el no haber cumplido con nuestra palabra y nuestro deber?
Y esta es la conclusión a la que he llegado, para poder hacer un despliegue exitoso de Lean en una organización debemos convertirnos en samuráis modernos, vayamos o no a un dojo a practicar Aikido, debemos mantener las cosas lo más fácil posibles y fluir, usar las energías adversas en nuestro beneficio y empezar por las bases, hasta que estas no estén solidas no avanzar a cosas más complejas y sobre todo como líderes de esa implementación ser: Respetuosos, Honestos, poseer Coraje, Rectos, Leales, Honorables y Benevolentes, y aún si falláramos en la implementación podríamos dormir tranquilos porque hicimos todo lo que debíamos.